Mientras la medicina moderna busca soluciones desesperadamente, nuestros ancestros podrían haber tenido ya la respuesta. Más allá de los beneficios conocidos de la canela, existe otro enfoque ancestral que está mostrando resultados extraordinarios para el manejo de la diabetes. No se trata solo de un ingrediente, es toda una filosofía dietética que precede a la medicina moderna por miles de años.
La dieta paleolítica, frecuentemente ignorada por la medicina convencional, tiene un gran impacto contra la diabetes. Sin lácteos, sin granos, sin legumbres, sin azúcar añadido. Solo carnes magras, pescado, frutas, verduras, huevos y frutos secos. Suena simple, ¿verdad? Pues lo es. Y esa simplicidad podría estar salvando vidas.
Los estudios recientes no son solo prometedores, son realmente impactantes. Los pacientes diabéticos que siguen dietas ancestrales muestran una notable reducción en los niveles de glucosa en sangre. Sus triglicéridos bajan. La presión arterial se normaliza. Y todo esto sucede sin la farmacia de pastillas de la que muchos diabéticos dependen diariamente. La ciencia finalmente está alcanzando lo que nuestros cuerpos han sabido desde siempre.
¿Recuerdan a aquellos aborígenes australianos que volvieron a la caza y recolección tradicional? Sus parámetros metabólicos se normalizaron. No mejoraron, se normalizaron. Hay que dejarlo claro. La medicina moderna gasta miles de millones en investigación sobre diabetes mientras que la respuesta podría haber estado a la vista todo el tiempo. Curioso cómo funciona esto.
El componente genético tampoco puede ignorarse. Nuestro ADN no ha cambiado mucho en miles de años, pero nuestras dietas? Son irreconocibles para nuestros genes. Este desajuste nos está matando literalmente. Los seguidores de la dieta mediterránea demuestran un éxito notable en el control del azúcar en sangre. Los estudios epigenéticos ahora confirman lo que parece obvio: las dietas ancestrales ayudan a sincronizar nuestra ingesta de alimentos con nuestra herencia genética.
Sin embargo, no se trata solo de lo que comemos. El estilo de vida ancestral incluía movimiento constante, exposición al sol y aire fresco. En el estudio aborigen, los participantes realizaban movimiento suave diario, principalmente caminando, lo que mejoró significativamente su azúcar en sangre y su salud general. Sin trabajos de oficina. Sin comida procesada. Sin maratones de Netflix.
Las investigaciones indican que adoptar dietas ancestrales podría reducir el riesgo de diabetes tipo II en un 58 por ciento, según las estimaciones de los CDC sobre programas estructurados de nutrición y estilo de vida.